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8 de septiembre de 2015

Mensaje del Secretario Académico de la UCSF por #CIEUCSF2015 y #JICUCSF2015


Santa Fe, 13 de mayo de 2015.-

Sra.Decana,
Sr. Secretario Académico y Sra.Secretaria de Gestión,
Sr. Director de la Carrera de Comunicación y Diseño:

La re-edición de este Congreso Internacional de Educación y la apertura de esta Primer Jornada Internacional de Comunicación, significan aprovechar el fruto del trabajo alcanzado con un esfuerzo significativo que se ha comprometido con la relevancia de las problemáticas a las que se pretende dar una respuesta.
Es por eso que la Secretaría Académica del Rectorado se involucra con este interrogante implicado en los puntos de apoyo de estos encuentros alcanzando esta reflexión.

La Universidad atenta a la realidad educativa

La originalidad de la Universidad radica en su aporte a la reflexión y a los haceres motivados por aquello que la contemplación ha permitido suscitar en quien enseña y en quien aprende.
De esta forma, no permanece encerrada sobre sí misma reproduciendo agónicamente y de forma automática discursos apartados de los interrogantes y las crisis que experimenta el hombre “de a pié”. Justamente, sale a su encuentro, reconociéndolo y proponiéndole alternativas.
La Universidad “eleva” en cuanto a la complejidad de ese recorrido, pero también, a la complejidad del esfuerzo que importa la síntesis y la aplicación del saber a las realidades.
Esa elevación no desnaturaliza el sentido de la enseñanza superior ajenizando al que aprende, sino que se expresa intensificando el descubrimiento de las implicancias que siempre responsabilizan. Es superior, en tanto profundiza e intensifica una dimensión ética-moral insustituible.

El aula: aquel lugar “tan especial”

El aula es un espacio único, pero que no se agota en sí mismo. Se trata de reconocer la capacidad de integración del aula como lugar de aprendizaje recíproco, de reconocimiento del otro y de reflexión respecto de sí mismo.
Esa reciprocidad de los aprendizajes, supone la disposición de cada actor educativo por comunicar lo que sabe y lo que es. El “silencio áulico” implica un fracaso si solo se acepta y no se transforma en oportunidad. El silencio será mensaje evitativo, censura severa, o absoluto indeferentismo. También nos mostrará el rostro de la no comprensión real de lo que está ocurriendo, o el desconcierto acerca de las condiciones bajo las cuales está ocurriendo ese mismo encuentro.
También se trata de hacer de la realidad un espacio de interrogantes, superando el aula física, y recorriendo los hechos cotidianos como rutina de observación, de referenciación entre aquellas decisiones que los hombres toman y los valores que los animan, de los que son capaces de aceptar, como de aquellos que son toda una dificultad para sobrellevar sus exigencias.
Y esto, porque el conocimiento aplicado responsabiliza al que aprende y al que enseña bajo esos términos. Se tarta de un método habilitante para el discernimiento y la actitud de sospecha constructiva que es animadora de las comunidades y que se atreve a aceptar liderar cambios de todo aquello que se vive como una injusticia.
Se trata de un territorio abierto que sea adecuado para reproducir el ambiente cultural y para estimular la vinculación con el mismo. Esa manera de decir del docente, es la que inquieta y cuestiona al alumno, motivándolo a ver más allá de sí mismo.
Entonces el juicio personal no es único, aunque es valioso. El valor y la personalidad del juicio es la que se asocian para determinar el aporte original de ese estudiante y de ese docente al conocimiento.

Aula y docencia

El aula nos refiere a nuestras prácticas docentes, a la maximización de la creación y la innovación como redescubrimiento permanente de las inquietudes, como exploración y como evaluación que nos mantenga atentos a todos.
Se trata entonces del lugar que ocupa la diversidad en la organización del aula y de los tiempos de gestión de la presencialidad. Superados los debates sobre la estandarización del “logro educativo”, podemos avanzar a crear nuevas estrategias que hagan posible que aquello que se aprende cobre fuerza realizadora en el alumno y le permita efectivamente resolver un problema.
La autoridad pedagógica del docente se legitima con la capacidad de ser un comunicador que le permita a los padres y a los mismos alumnos, conocer y valorar el rumbo y sentido no solo del objeto de la enseñanza, sino del hábito que provoca el aprendizaje mismo.
Solo desde esta perspectiva podemos avanzar hacia un compromiso activo de todos, en tanto todos valores de qué forma cada aspecto de lo que se hace o se omite hacer, contribuye o afecta las habilidades y competencias comprometidas con su logro.

Intimidad vs “intimismo”

El aula nos llama a la intimidad de ese encuentro, pero que debe cuidarse del intimismo que confunda el sentido mismo de la enseñanza a los efectos de lograr que todos tengan la oportunidad real de participar, aportar y reflexionar acerca de sí mismos.
La validación del juicio propio en las puestas en común, pueden ser tan habilitantes como inhabilitantes, pero son en sí mismos oportunidades efectivas que permitan conocer -desde el interés- aquella inquietud y perspectiva de cada alumno.
Esta intimidad no tiene que transformarse en complicidad que avale, justifique y releve de todo al alumno o al grupo. Se trata de provocarlos a un esfuerzo participativo y organizativo en la gestión de sus aprendizajes y con el objeto de lo que se aprende, que tienen que contrastarse con la gestión de los tiempos, la comprensión y el intercambio.

Transitar la realidad sin confusiones ni engaños:

Si el mundo es un territorio de aprendizaje, las herramientas para lograrlo están en la conciencia del alumno que acepta su estado de aprendizaje permanente, no limitado a un tiempo, sino dispuesto a la sospecha constructiva.
Esto no supone un relativismo, sino que justifica la inquietud animada para profundizar los alcances de la verdad sobre el hombre involucrado en cada dimensión de lo inmediatamente existente y de lo trascendente.
Dialogar con la realidad es trabajarla con el recurso de la inteligencia, el valor del espíritu humano llamado siempre a peregrinar. No se trata por ello de encandilarse ni opacarse subestimando esa experiencia personal con la verdad, sino de recorrerla en todos sus extremos para dar respuestas a cada oposición, con la serenidad del que busca para hallar, no para vencer a nadie.


¿La comunicación reflexiva o la comunicación crítica?

La comunicación reflexiva siempre es la preocupación activa de una sociedad atravesada por los medios de comunicación.
La sobre-estimación o sub-estimación de la sociedad en su relación con los medios de comunicación, afecta el curso mismo de la reflexión que pueda hacerse sobre aquello en lo que estamos participando en el contexto del mensaje que se emite, del mensaje que se percibe y del mensaje que se devuelve como síntesis e interpretación.
Pero ¿podemos asimilar ese concepto con el de comunicación crítica?. Lo reflexivo ¿supone la criticidad?. La dimensión de la reflexión parece estar más asociada a la contemplación, al discernimiento íntimo, mientras que la criticidad, es la expresión concreta de la opinión consecuente, una opinión permanentemente legitimadora del discurso y de las condiciones mismas bajo las cuales se revela.

Lo que ocurre y cómo “lo decimos”

Expresar la realidad, es ser ya parte de ella con aquello que tenga que decirse y cómo se lo dice. El discurso comunicativo sobre la realidad, es ya parte de la misma porque refleja un pensamiento y un juicio acerca de lo que ocurre.
Desconocer este protagonismo es ajenizarse de las consecuencias de las opiniones o de toda intervención comunicativa, sea de buena o de mala fe. Esta es una “tentación reiterada”, especialmente cuando la libertad de expresión está afectada por una desnaturalización de su objeto y alcance, en tanto no habilita a la malicia, la temeridad, el agravio, al descrédito y a la confusión deliberada.
Pero también, la ocurrencia y el mensaje, constituyen variables que se conjugan para captar la voluntad dispersa con un método insistente y de “impacto” que prueba el “escape” de la sociedad hacia territorios comunicativos que no la cuestionen.
El indiferentismo comunicacional de una sociedad hiperconectada demuestra que se trata más de una ansiedad comunicativa que otorga identidad o presencialidad pública, con una autoridad de ”discurso”, no de “palabra”.
El poder de la palabra y de la imagen superan al discurso que ha cobrado una entidad que pretende independizarse del sentido, donde solo se la “acopia” o “colecciona”, no se la vive como experiencia y testimonio del que la dice y la encuentra.

La “situación virtual”: ¿comunicar en la abstracción?

Situarse en la realidad es conocer sus sistemas de realización, sin quedar atrapados por sus efectos. El ambiente virtual cobra desde esta perspectiva una exigencia mucho más aguda en tanto la abstracción reaparece como escenario maximizado.
Lo virtual presenta al anonimato y al entorno “lúdico” de identidades prestadas, un escenario propicio para afectar la honestidad comunicacional, o bien, puede operar como una garantía que proteja a la libre presión de los totalitarismos políticos, económicos y pseudo-religiosos.

Por todo esto, permanecemos asociados a esta invitación que nos han hecho para celebrar la trayectoria de la educación católica y, en particular, de las enseñanzas referidas a la educación universitaria católica, como una invitación de raíz evangélica que nos renueva, porque no se puede poner el vino nuevo el odres viejos, ya que se rompen (cfr.Mt.9, 17)

Cordialmente

Abog.Esp.José Ignacio Mendoza
Secretario Académico del Rectorado




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